El uso de las cartas digitales para los establecimientos de restauración no es algo nuevo, aunque ha pasado de ser un avance y un servicio más para los comensales, a una necesidad prácticamente absoluta. Incluso parece ser que será obligatorio en el proceso de desescalada y llegada a la nueva realidad que nos espera.
Raro es el establecimiento que no ha consultado, investigado o preguntado por las cartas digitales, como son, que ofrecen, cual es su alcance, …
Una carta digital tiene que ser un buen sustituto de la carta tradicional aportando mejoras, no inconvenientes.
Una de las primeras preguntas que se cuestionan los establecimientos de hostelería es hacer una aplicación para albergar su carta digital. Lo que a priori parece ser una buena solución, se puede convertir en un calvario dado su alto coste de realización y su caro mantenimiento, no solo en el mes a mes sino en las actualizaciones de los sistemas operativos de las dos plataformas: IOS y Android.
La principal ventaja que, en principio, tiene una aplicación son las notificaciones, pero para que estas sean efectivas se tienen que cumplir dos condiciones imprescindibles:
- Que el cliente, harto de tantas aplicaciones para todo, no la desinstale.
- Que si decide mantener la aplicación, olvidada en su móvil, le haya dado los permisos necesarios para recibir notificaciones.
Y seamos sinceros, ¿seguimos dando permisos a las aplicaciones para que nos bombardeen con notificaciones o cada día somos más restrictivos con nuestra privacidad?
Las aplicaciones pueden llegar a ser fantásticas, pero no para una carta digital. Éstas deben ser más livianas, ágiles y no requerir espacio en los móviles de los clientes.
Apostamos por cartas digitales sin instalar App, autogestionables en tiempo real y sin depender de nadie, sin complicaciones para el establecimiento y fácil de usar por el comensal, dónde prime la usabilidad y la claridad.